
26 Ene ¿Es normal la leucocitosis postprandial?
Seguro que has oído hablar de la leucocitosis, este mecanismo de supervivencia que tiene nuestro organismo para aumentar de forma anormal y patológica los glóbulos blancos (leucocitos) y así combatir los virus, gérmenes, bacterias, toxinas y venenos de nuestra sangre y proteger al cuerpo para mantener la vida. La leucocitosis ocurre cuando se enciende la alarma en nuestro cuerpo debido a:
– Una producción elevada de glóbulos blancos para combatir una infección viral o bacteriana.
– Un trastorno del sistema inmunitario a causa de una enfermedad autoinmune como el cáncer, la artritis reumatoide, la inflamación celular, etc.
– Una reacción alérgica o una reacción a una droga o medicamento.
– Una reacción por intoxicación ….
Y, por supuesto, no es gratis sufrir leucocitosis, ya que, además de agotar el sistema inmunitario y la energía orgánica y vital, los síntomas evidentes de un exceso de glóbulos blancos en sangre causan:
– Fatiga, debilidad y cansancio.
– Fiebre, sudor y escalofríos.
– Sangrado y hematomas en la piel.
– Malestar general.
– Dificultad para pensar.
– Hormigueo en las extremidades.
– Dificultad para respirar.
– Problemas visuales, etc.
¿Te suena haber sufrido algún síntoma de estos después de comer? Pues no te extrañe porque tal y como la describió en 1897 Rudolf Virchow (médico pionero del concepto de la patología celular), la leucocitosis digestiva es el aumento de glóbulos blancos causados por la digestión. Y, aunque Virchow la describió como un mecanismo normal por el hecho de que todos sus pacientes la padecían al hacer la digestión también había descrito la leucocitosis como una patología anormal, cuando la digestión en sí no debería ser anormal porque es un proceso fisiológico. ¿Dónde está, pues, el problema? La respuesta nos la dio el Dr. Paul Kouchakoff en el 1º Congreso Internacional de Microbiología (París, 1930), donde presentó su estudio, resultado de seguir las investigaciones de Virchow sobre la leucocitosis digestiva o post-prandial.
El Dr. Paul Kouchakoff hizo el estudio sobre miles de personas a las que analizaba una gota de sangre a diferentes intervalos de una digestión, después de haber ingerido diferentes tipos de alimentos, observando que el índice de glóbulos blancos se duplicaban media hora después de la ingesta de alimentos cocidos, mientras que este índice no aumentaba después de la ingesta de alimentos crudos. En la digestión de alimentos crudos no había leucocitosis digestiva.
Los puntos clave de su descubrimiento fueron:
- En la digestión de alimentos crudos no hay leucocitosis digestiva o post-prandial.
- La leucocitosis post-prandial es independiente de haber masticado bién o mal los alimentos en cuestión.
- La multiplicación de leucocitos se acelera cuando los alimentos se han cocinado por encima de: 87ºC en el agua, 70ºC en ciertas frutas y 97ºC en verduras y oleaginosas. Para que te hagas una idea, la cocción al vapor, que sería de las más “saludables” supera los 100ºC.
- Al principio de la leucocitosis se contabilizan 7.000 glóbulos blancos por milímetro cúbico. 5 minutos después, 8.000 glóbulos blancos por mmc. 10 minutos más tarde, se contabilizan 10.000 góbulos blancos por mmc, 30 minutos después se pueden contar 13-14.000 glóbulos blancos por mmc. El número de glóbulos blancos dobla en 30 minutos, no volviendo a la cifra normal de 7.000, hasta después de dos horas.
- La leucocitosis post-prandial se atenúa mezclando en la ingesta una mayor parte de alimentos crudos y una menor parte de alimentos ligeramente cocidos, pero esta combinación no atenúa el efecto en combinar alimentos crudos con alimentos cocidos a elevadas temperaturas.
- Las células que se multiplican en este proceso digestivo son las polimorfonucleares, las cuales se encargan de luchar contra microbios y toxinas que penetran en el organismo. Si utilizamos este maravilloso sistema de defensa del sistema inmunológico para hacer frente a la digestión de alimentos cocidos de forma activa y recurrente varias veces al día, lo tendremos ocupado y desgastado de energía y recursos, dejando al organismo vulnerable a virus, bacterias y células cancerosas.
En conclusión: El organismo considera una verdura cocida un patógeno del que debe defenderse, debido a no detectarle enzimas, vida, en un conjunto de moléculas alteradas.
Quizás este hecho pueda no parecerte demasiado grave, al haber sobrevivido años funcionando así, pero seguro que el cáncer o una infección grave sí que te lo parece. Pues bien, fisiológicamente hablando (emocionalmente es otro tema), podríamos evitar cualquier enfermedad y también el envejecimiento prematuro si dejamos que el sistema inmunológico esté libre y estimulado para actuar ante enemigos potencialmente dañinos como virus, bacterias y células cancerosas , en lugar de tenerlo entretenido y desgastado con una digestión de alimentos no fisiológicos.
Referencias científicas: